miércoles, 17 de julio de 2013

Encima nuestro- Roberto Kazán

Tus manos vueltas un remolino sobre mi pecho,
Arrancando con súbita malicia los pocos vellos que de él emanan;
Pupilas chispadas que se pierden en el horizonte de tus párpados
Labios rojos, hinchados, carnosos cuando los muerdes con severidad,
Con placer, con cierto encanto de niña traviesa que tanto me excita.
Espalda arqueada, dominante, eróticamente colocada;
Final exacto: tus nalgas sobre mi pelvis y tu sexo hiriendo al mío.
Fustigación de movimientos corpóreos precisos, acelerados, enfermos,
Desbocados como los ríos en época de lluvias recias,
Tú igual de mojada que la tierra donde florecen tantos pecados,
Tantas manzanas que aún no me invitas a morder.
Tragas mi falo con rabia, con altivez; tus gritos ensordecedores opacan los míos,
Son cantos dispares que elevan el ritmo cardíaco y borran los recuerdos de la mente:
Sólo nos dedicamos a sentirnos, a despedazarnos.

Tus senos rebotando sin control, sin dueño, sin miramientos;
Esos pezones comienzan a oscurecerse, a agrandarse,
A pedirle a mis dientes que los muerdan con la tesitura que a ti te encanta,
La que te hace apretar los pómulos antes de pedirme más.
Saltan ellos y saltas tú sobre mí:
Poseída, endemoniada, víctima de no sé qué veneno blancuzco
Que corre de mí hacia ti como una explosión cósmica
Donde las voces se ven apagadas y la muerte se ve tan cercana
Que casi se puede tocar con los filamentos que nos dan cuerda.
Esos movimientos cíclicos de tu cadera ciegan mis sentidos,
Te toco pero no defino calor o vacío,
Ni la porosidad de tu cuello abierto como libro,
Como museo de tantos que como yo,

Hemos disfrutado tenerte encima nuestro. 

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